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Las relaciones de pareja suelen ser una fuente de gran felicidad o por el contrario, de sufrimiento profundo. A lo largo de mi experiencia en consulta, he identificado un patrón común en muchas parejas: el conflicto entre las necesidades individuales y las demandadas en la relación. Un aspecto clave que puede determinar en gran medida la calidad de la relación.

En la actualidad, priorizarse como individuo es una idea muy defendida, algo que debería de ser innegociable, independientemente del tipo de relación que tengas. Es esencial saber qué necesitas como persona: tus metas, tus momentos de disfrute, tranquilidad y felicidad. Detenerse, reflexionar, analizar, reajustar rumbo y actuar en coherencia debería ser primordial en la vida de cualquier persona.

Sin embargo, cuando se está en pareja, algo tan claro y necesario puede pasar tan desapercibido ¿Por qué ocurre esto?

Una relación de pareja sana requiere un equilibrio entre las necesidades personales y las necesidades que la relación demanda. Pero, si se pregunta a cada miembro por separado, es común que al menos uno sienta que sus necesidades se pasan por alto. Este desequilibrio da lugar a una sensación de injusticia y sentimiento de inferioridad con respecto al otro, repercutiendo negativamente en la relación. Empiezan los conflictos, la imposibilidad de llegar a acuerdos, sensación de indefensión, es decir, haga lo que haga no parece suficiente para el otro y se genera un clima cada vez más negativo. Si esto ocurre de forma puntual, no debería de preocuparnos en exceso pues el conflicto en sí no es un problema, pero el modo de gestionar y resolver los diferentes conflictos de la relación sí.

¿Qué ocurre cuando mis necesidades chocan con las necesidades de la relación?

Este punto es clave para poder entender el motivo por el que muchas relaciones no funcionan, a pesar de que el amor esté presente. Una relación de pareja teóricamente es un vínculo que te debería de aportar (-a y puerto), es decir, llegar, ir a parar a alguna parte. Pero ¿Qué pasa si mis necesidades me llevan a un puerto y las tuyas a otro completamente distinto? La respuesta parece clara: si no hay compatibilidad, el camino se vuelve insostenible.

Y efectivamente, en la gran mayoría de casos es así.

Cuando estamos ante esta situación, una o ambas partes sacrifican sus necesidades individuales para cuidar la relación, lo que da lugar a fenómenos como el “autoengaño”, es decir, convencerme de que esto es lo correcto, lo que quiero o incluso lo que necesito. O el fenómeno del “olvido”, es decir, no soy consciente de mis necesidades personales o de que las estoy pasando por alto. En ambos casos la relación perdura no por amor, sino por miedo.

¿Debe haber un orden de prioridades?

Idealmente, las necesidades individuales deberían ser la base, pero siendo realistas, en la práctica el equilibrio es la clave. Si las necesidades personales y las de la relación están alineadas, el trayecto será más sencillo. Al estar en el mismo puerto o puertos cercanos es viable el recorrido, ya que vamos en la misma dirección para que ambos lleguemos. Pero, si no es así, es el momento de negociar y lograr un reajuste. Los acuerdos pueden ser una solución viable, siempre que no supongan limitaciones extremas para ninguna de las partes.

A priori parece algo sencillo, aunque la realidad es que llevarlo a la práctica es algo más complejo, alcanzarlos requiere la capacidad para escuchar, atender, entender a la otra persona, dejar un momento mirar exclusivamente hacia mí y ser capaces de tener flexibilidad para encontrar soluciones mutuamente beneficiosas.

La importancia de la comunicación

La comunicación es el cimiento de cualquier relación sólida. Sin embargo, cuando ha sido motivo de conflicto en el pasado, se tiende a evitarla. Esta evitación puede parecer una solución a corto plazo, pero en realidad es un obstáculo para el crecimiento de la relación.

Afrontar los problemas con valentía y disposición al diálogo es el primer paso para recuperar la armonía.

Construir relaciones donde el amor y el respeto mutuo sean la guía

Las parejas que encuentran el equilibrio entre lo individual y lo compartido tienen mayores posibilidades de crecer juntas. El desafío no está en renunciar a tus necesidades, sino en integrarlas con las de tu pareja. Al fin y al cabo, ¿no es el amor un espacio donde dos personas aprenden a navegar hacia un puerto común, sin perder de vista su propia brújula?

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