La gran mayoría de personas en algún momento de nuestra vida hemos leído, escuchado o visto algún video con mensajes muy llamativos del estilo «tu apariencia importa», «cómo vestirte para ser una persona líder», «el secreto de tu imagen corporal», «tienes que ir bien vestido para tu entrevista, que des seguridad» o cualquier mensaje que nos indica de forma muy clara la imagen que presentas a los demás es algo que debe importarte. A priori, suena algo bastante lógico, puesto que la primera impresión suele ser algo puramente visual y cuando no tenemos ninguna información referente a la persona la imagen es algo necesario para crear una asociación.
Sin embargo, ¿qué tan importante es realmente la imagen corporal y por qué estos mensajes pueden resultar peligrosos?
Es innegable que la imagen corporal juega un papel significativo en nuestro bienestar psicológico. Aquellos con una buena salud psicológica tienden a cuidar de su apariencia, mientras que aquellos que enfrentan problemas psicológicos pueden descuidar este aspecto fundamental de autocuidado. Sin embargo, es crucial comprender que una imagen corporal positiva no garantiza una salud psicológica óptima. Entonces, ¿Qué tan importante es realmente la imagen corporal y por qué estos mensajes pueden resultar peligrosos?
El problema radica en la excesiva importancia que nuestra sociedad otorga a la imagen corporal, lo que lleva a una preocupación generalizada por este aspecto. Esta obsesión puede volverse perjudicial cuando la insatisfacción con nuestra apariencia comienza a afectar nuestra calidad de vida. La presión por alcanzar ciertos estándares estéticos puede generar ansiedad, baja autoestima e incluso trastornos alimentarios.
Cuando las personas valoran en exceso su apariencia física, se enfrentan a un dilema existencial: ¿Qué sucede si no logro el físico deseado? Y aquí viene una de las causas principales del problema: «¿Tengo algo más valioso además de mi físico?». Las personas consideran que no tienen otras cualidades valiosas, o igual de importantes que puedan ponerse a la altura del atractivo físico. No obstante, lo que en un primer momento puede generar sensación de control en las personas, puesto que si se quiere mejorar está en tus manos el poder hacerlo modificando tu comportamiento y orientando hacia una meta, esto a largo plazo puede generar un gran sufrimiento para la persona, puesto que puede estar tan concentrada en conseguir ese objetivo que puede pasar por alto todas las demás cualidades que también le hacen valiosa.
Es crucial fomentar una autoestima saludable que no se base únicamente en la percepción de nuestro atractivo físico. Debemos trabajar para que las personas reconozcan y valoren todas sus cualidades, independientemente de su apariencia externa. Es imprescindible trabajar para que las personas tengan unos principios claros y su autoestima no tambalee si su físico no es tal y como les gustaría o que le han hecho aprender que sería lo ideal. Al hacerlo, podemos ayudar a mitigar la presión social y promover una imagen corporal más positiva y realista.
En última instancia, es importante recordar que nuestra valía como individuos no está determinada por nuestra apariencia física. Una imagen corporal positiva puede contribuir a nuestro bienestar emocional, pero no define nuestra valía ni nos protege de los peligros de la vida. Es hora de reevaluar nuestras prioridades y cultivar una cultura que celebre la diversidad y la autenticidad en lugar de imponer estándares cambiantes e inalcanzables de belleza.