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Son muchos los miedos que acompañan a niños, niñas y adolescentes cuando piensan en la “vuelta al cole”. El miedo escolar incluye diversos temores que se incrementan cuando pasan el calendario de agosto a septiembre.

Aunque el verano ha ido acompañado de momentos de ansiedad, de preocupaciones, de agobios,… también ha ido acompañado de momentos de ilusión, de disfrute, de desconexión, de descanso,… y es con la llegada de septiembre cuando identifican el temido inicio de curso al escuchar la “vuelta al cole” por todos los sitios sumado a los mensajes en casa relacionados con el tema, que muchas veces no ayudan e infunden miedo, incrementándose así el agobio, la ansiedad, las preocupaciones, los miedos,… ante lo que muchos lo pasan realmente mal.

En este artículo no vamos a hablar de un miedo muy común y es el relacionado con el bullying. Si te interesa este tema te invito a leer también dos artículos anteriores relacionados: LA «VUELTA AL COLE»…y, el BULLYING y PAUTAS PARA LAS FAMILIAS SOBRE BULLYING

MIEDOS ESCOLARES MÁS COMUNES

Los miedos escolares más comunes son los relacionados con los resultados (repetir, sacar malas notas, no llegar por exceso de tareas,…), los relacionados con las consecuencias (amenazas y/o castigos por parte de padres y/o profesores,…), y los relacionados con los iguales (el no tener amigos y quedarse solo). Los miedos se suelen incrementar en los cambios de ciclo, sobre todo de infantil a primaria y desde 6º en adelante por mensajes que recalcan la diferencia en dificultad con la que se van a encontrar cada año que pasa. Por supuesto que lo nuevo, la incertidumbre nos pone alerta, pero no es una limitación al no ser que ese “futuro nuevo” sea identificado como un futuro peligroso, catastrófico,…

Muchos de estos miedos, sin dudar que bajo una intención positiva de familiares y profesorado, tienen la raíz en miedos proyectados por nuestra infancia, en miedos que utilizamos para que hagan lo que queremos, en miedos por la presión que sufren al querer cumplir nuestras expectativas, en comentarios que pueden escuchar que directamente o indirectamente les llevan a compararse, en comentarios despectivos que se escuchan en la sociedad en general según los resultados,… Aunque por supuesto queramos ayudar, recordemos que provocarles miedo no enseña, y dejemos de normalizarlo y utilizarlo.

Cuando muchos de estos niños, niñas y adolescentes se atreven a compartir sus miedos escolares para que podamos acompañarlos desde la comprensión, se encuentran con mensajes que invisibilizan esa presión, esa ansiedad, esos miedos o preocupaciones y esto no ayuda nada. Tendemos a “quitarle hierro” diciéndoles que no piensen en eso, que todo eso es una tontería acompañado de un “tú puedes” tan valorado socialmente y que tan poquito contribuye.

En muchas ocasiones intentan cubrir esa necesidad y tapar su ansiedad con comida, se evita refugiándose en el deporte, en la tv, en las redes, se acude a llamadas de atención con actitud victimista,…

También se ve influenciado por el estilo educativo, “el autoritario que aprieta tanto que puede ahogar y también hacer que salgan disparados y, el permisivo que es tan suave que se suelen caer e incrementa la inseguridad”. Muchas familias que han venido a trabajar la motivación se han encontrado con que cambiar el estilo educativo a una educación consciente, creando un ambiente familiar de calidad, de bienestar, de unión y plenitud, más basada en la responsabilidad y la reparación que en las amenazas y los castigos, una educación que fomenta el descubrimiento de sus propios recursos para el posterior desarrollo de su potencial desde una sana autoestima, hace que cambie el resto y no había que trabajar tanto la motivación ni las competencias, porque la raíz estaba en la relación familiar.

CÓMO AYUDAR EN LOS MIEDOS ESCOLARES

Necesitan un acompañamiento desde la comprensión, ser escuchados y validar su emoción. Identificar la raíz de sus miedos por si está en nosotros, adultos del ámbito familiar y/o académico e ir identificando sus necesidades para cubrirlas y que aprendan a verlas para hacerse adultos sostenibles capaces de cubrírselas en un futuro.

Una vez hecho esto podemos empezar a ayudarles a poner la atención al proceso, dejar el resultado, poner la atención en qué hago, cómo lo hago, qué necesito para llegar al resultado deseado. Esto es un trabajo que se va interiorizando y que me llena de recursos, a la vez que hace que mi ansiedad desaparezca porque puedo comprender lo que me lleva a conseguir mi objetivo y lo que me aleja de él, está en mí la realización de los cambios oportunos para la consecución del resultado deseado. ¿Cómo cambia tu ansiedad si en vez de tener puesta la atención en un posible futuro peligroso que no depende de ti, pones tu atención en las posibilidades que tienes y en tus recursos disponibles para utilizarlos o para poder aprender a identificarlos y utilizarlos?

Se trata de ver los recursos de cada uno, de saber cómo se aprende, de saber que un error es parte natural del proceso y una oportunidad para aprender, que algo que aún no he conseguido podré hacerlo dando los pasos que me acerquen identificándolo como algo nuevo por descubrir, o si no sé cómo, yendo a un profesional que me ayude a conocer el proceso de aprendizaje, a aprender a verme, a trabajar competencias, hábitos de estudio, motivación,… ¡Qué gratificante me ha resultado año tras año ver a tantos estudiantes cómo “aprenden a aprender”, ser partícipe y acompañarles en el desarrollo de su potencial, ver la diferencia de su estado y con ello ver la diferencia en su rendimiento y en sus resultados!!

Me he encontrado multitud de veces una desmotivación porque se mueven con mentalidad fija (puedo o no puedo, valgo o no, lo tengo o no,…), la percepción de sus capacidades hace que lo vean imposible, y desde ahí es más que normal que se encuentren desmotivados y no quieran muchas veces ni siquiera intentarlo, ¿tú intentarías conseguir algo que “sabes” que es imposible?

Aquí también me gusta recalcar, porque me lo encuentro muy a menudo, que muchos casos de fracaso escolar, de abandono, de desinterés, vienen porque prefieren quedar como “vagos” a quedar como “tontos”, que es la etiqueta que se ponen cuando lo intentan y no lo consiguen, por ello te invito a que busques si existe esa creencia, siempre con mucho cuidado de no hacer que algo que a priori no estaba en ell@s se interiorice porque “te lo compran ya que creen que tú sabes más”, con el objetivo de ser confrontada y llevar a cabo un reencuadre de información que no dañe, y así poder eliminar ese obstáculo autoimpuesto.

No se trata de listos y tontos, se trata de ver cómo he llegado del punto A al punto B, qué quiero mantener, que me va bien cambiar, empezar a hacer o dejar de hacer para llegar al punto C, identificar si mis dificultades están en términos de competencias que tengo que empezar a trabajar como la memoria o la atención, la concentración,… Se trata de conocer el proceso de aprendizaje, la metacognición, de verle sentido y así actuar en coherencia, de ver su valor y utilidad, de descomponer ese proceso dentro de un trayecto seguro y tener mis propios motivos que me empujen a actuar ganando así confianza y seguridad. Descomponer el proceso para ver los recursos y habilidades y dejar ese “tú puedes con todo” que no ayuda y ejerce más presión.

Miedo escolar interior

RESULTADOS: LAS TEMIDAS NOTAS

Me gusta ver las notas, el resultado de un proceso en el que se valora la consecución de unos aprendizajes, directamente relacionado con mi estado (y con ello mi rendimiento y mi resultado), y que se ve influenciado por el tiempo y calidad del estudio, pero también por competencias desarrolladas que aumentan o disminuyen mi productividad, por las explicaciones de parte del profesorado que contribuye al rendimiento y motivación del alumnado,… Se trata de cumplir unos criterios, no es una cuestión de merecimiento, no define a nadie de listo o tonto, no se trata de algo innato que me impide continuar porque sé que se trata de un proceso en el que influye mi estado y mis actos, pero no habla de mí como persona ni tampoco me define.

 Los resultados no suelen ser exitosos desde el inicio, los resultados requieren de responsabilidad, de compromiso para realizar los cambios oportunos y por ello doy tantísima importancia a aprender a dar un buen feedback que no dañe ni etiquete, que impulse, que permita aprender y tolerar la frustración. La responsabilidad de acoger lo no esperado y ver qué más necesito saber y hacer distinto con el firme compromiso de continuar y siendo siempre consciente de mis recursos, habilidades, de mi potencial, que en muchas ocasiones necesitamos ayuda para aprender a caminar hacia la meta, aprender a dar esos pasos que me acercan a mis objetivos.

RESPONSABILIDAD Y COMPROMISO EN LA PREVENCIÓN. SALUD MENTAL EN MENORES

En definitiva, además de ponernos a preparar el material, pongámonos todos, padres, madres y profesores a trabajar la inteligencia emocional, la autoestima, a ponerles la atención al proceso para que así puedan acercarse a sus objetivos sin miedo y ansiedad, a dar feedback que no les agredan, a trabajar la motivación intrínseca que es ilimitada en vez de la extrínseca, a no llevar a comparaciones y competitividad por puntos rojos y verdes, enseñarles la metacognición, que aprendan a aprender, y vayamos en equipo a plantar semillas en las que siga la curiosidad y el gusto por aprender.

Los casos de menores con problemas de salud mental no paran de crecer y tenemos una gran responsabilidad, dejemos de invisibilizar y normalizar, me parece primordial que todas las personas que tratamos con menores (familiares, profesionales, y la sociedad en general) APRENDAMOS a acompañarlos cuidando de su INTEGRIDAD y desde ahí disfrutemos de niños, niñas y adolescentes en casa y en el trabajo, que es muy bonito, enriquecedor y gratificante. Empecemos YA a marcar la diferencia y a CUIDAR DE TOD@S, sabemos que son nuestro futuro.

PsiCorazonyMente

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