Me gustaría abordar dos temáticas que son aparentemente divergentes pero están interrelacionadas: la sexualidad y la imagen corporal.
La sexualidad, a lo largo de la historia, ha sido un tema tabú que, aunque actualmente se discute con mayor apertura, sigue evocando emociones como la vergüenza y se asocia a menudo con la vulgaridad, apartándola a la esfera privada.
Por otro lado, la imagen corporal emerge como un tema omnipresente en contraposición con la sexualidad. Abundan las conversaciones sobre este tema, y todos estamos expuestos a su influencia a través de los medios de comunicación y la educación recibida, ya sea de forma consciente o no. Por ejemplo, es común encontrar en las familias a personas insatisfechas con su aspecto físico, inmersas en el mundo de las dietas en busca de un «objetivo» estético que a menudo resulta inalcanzable.
¿Pero cómo se relacionan la sexualidad y la imagen corporal de una persona?
Frases como «Si te aceptas a ti mismo, serás aceptado por los demás» reflejan una realidad preocupante: la influencia de la imagen corporal en la sexualidad contemporánea. Esto genera una presión significativa para alcanzar un estándar de belleza «perfecto».
¿Qué ocurre si no nos sentimos satisfechos con nuestra apariencia física? ¿Cómo afecta esto a nuestra disposición para mantener relaciones sexuales?
Es evidente que la atracción sexual está vinculada a la imagen corporal, pero ¿qué importancia le otorgamos realmente a este aspecto? La respuesta es variable y depende de la valoración que hacemos de otros aspectos de la persona, como sus valores, cualidades y afinidades. Si valoramos el aspecto físico por encima de todo, es probable que este influya significativamente en nuestra sexualidad.
No obstante, es crucial reconocer que el autocuidado va más allá del aspecto físico e incluye otros aspectos que nos hacen valiosos como individuos. La presión de alcanzar la perfección física puede generar un sufrimiento considerable y obstaculizar el disfrute pleno de la sexualidad. Es importante liberarse de esta expectativa a nivel personal para permitir una conexión más natural y satisfactoria en las relaciones íntimas.