Esta frase tan oída “A mí me lo hicieron y no tengo ningún trauma” genera un tema muy controvertido que a mí personalmente me apasiona por tantas familias que han ido en coherencia con sus valores dejando atrás los patrones que les limitaban.
Empecemos por definir “trauma” según la RAE: Del gr. τραῦμα traûma ‘herida’.
1. m. Choque emocional que produce un
daño duradero en el inconsciente.
2. m. Emoción o impresión negativa, fuerte
y duradera.
Normalmente, esta frase se utiliza para expresar que una persona se encuentra “bien” emocionalmente después de haber experimentado alguna experiencia, normalmente agresiva por parte de sus progenitores.
Sinceramente, me alegra oír que no hayas tenido ningún trauma…igualmente te planteo confrontar la creencia de que la violencia es necesaria para el aprendizaje por cómo se plantea y, que si te pones en el lugar de antes, en ese niño o niña con su figura de apego, no fue fácil y seguramente, aunque sea de manera inconsciente, te marcó y te marca al no ser que hayas llevado a cabo un proceso de crecimiento personal, lo que pasa es que se interioriza las creencias que nos mueven en una u otra dirección, convirtiéndose en puntos ciegos.
Lo primero a desmontar es que no te haya influido esa manera de aprender…
VEAMOS UN EJEMPLO
A modo de ejemplo: te dieron un tortazo porque llegaste tarde a casa, porque no te lavaste los dientes, porque contestaste a tu progenitor,… Desde ese día, no lo has vuelto a repetir: ¿no volviste a llegar tarde, te lavaste los dientes o dejaste de contestar porque tenía sentido, es decir, viste la preocupación de llegar tarde, de poder tener repercusiones en tu boca, de no expresar tu opinión porque tenía sentido, o simplemente por miedo a las consecuencias?
Entonces, ¿dónde estoy poniendo el valor? ¿En cuidar por ejemplo de mi salud dental porque es importante o en no hacer X porque tengo miedo a mis padres?
¿Podrías haber aprendido con unas consecuencias acordes a tus actos o era imprescindible que te pegaran por ejemplo, para aprenderlo?
¿Quieres que tu hijo o hija te busque, te pida ayuda para resolver un problema o que te lo niegue o te mienta con el fin de evadirse de las consecuencias que tendrá sus actos por tu parte?
NO SE JUZGA BUSCANDO CULPABLES, SE BUSCA COMPRENSIÓN Y RESPETO
Y, no! me gustaría dejar muy claro que no estoy juzgando ni a tus padres ni a los míos, no se trata de eso, seguro que hicieron lo posible con los recursos que tenían, que debajo había una intención positiva de que aprendieras a cuidarte o a la importancia del respeto en la sociedad,…igualmente cargaban con unas experiencias, con unas memorias y heridas emocionales que si tú no quieres que sigan adelante en las sucesivas generaciones puedes cortar, que su mundo no contaba con la educación y los avances que hay hoy (al igual que los dentistas ya no te ponen un hierro ardiendo para “disminuir” el dolor al sacarte la muela y en su día tuvo sentido), que no tenían al alcance un Google con multitud de artículos como este, que a lo mejor no se pararon a pensar esto, que no eran conscientes o repetían patrones que vuelven a dejar las mismas heridas emocionales con sus actos y sin embargo, con sus palabras niegan.
No es igual, eso está tan claro como que hoy, ahora mismo, ¡ya!, eliges tú cómo educar y cómo acompañar. No se puede hacer algo cuando no ves o sabes que existe ese algo, primero es ser consciente, a partir de ahí eliges tú porque ahora si lo sabes, ahora lo ves, y no vale la excusa de “yo soy así” “lo he hecho así toda mi vida y ahora no voy a cambiar” y el título del artículo “a mí me lo hicieron y no tengo ningún trauma” …, ¿esas excusas te valen si de verdad eres consciente de las repercusiones que conlleva este tipo de crianza, este tipo de relaciones familiares?. Y, muy probablemente esas excusas puedan venir del miedo a no saber hacerlo, del miedo a equivocarte, del miedo a no transmitirle tus valores,… de creencias erróneas, todo esto otra vez, que en su día tanto nos ayudaron a llevar el dolor.
REPERCUSIONES: HERIDAS, CREENCIAS, MECANISMOS DE DEFENSA,…
Las heridas emocionales, las creencias, el actuar en piloto automático bajo unos patrones, pasan desapercibidos, incluso el “yo no voy a hacer lo que me hizo mi madre o mi padre” y resulta que sigues haciendo lo mismo aunque lo niegues y tanto te enfada cuando lo ves.
Sería conveniente que vayamos avanzando y dejemos frases como esta “A mí me lo hicieron y no tengo ningún trauma”, que dejemos atrás patrones que ya vemos sus consecuencias, como mecanismos de defensa ante el dolor, que hay miles de investigaciones que no paran de recalcar la importancia de la inteligencia emocional también a nivel de salud física y no solo mental, que hay repercusiones que nos marcan, que somatizamos, que nos limitan, que nos condicionan,…y no por ello dejamos de sentir dolor.

El dolor emocional es algo que normalmente evitamos por miedo, y es que sabemos lo que hacer cuando nos hacemos un corte, un esguince, cuánto tardará en curarse, qué tomar,… lo que tenemos que hacer y esperar para que cure, y no nos proponemos distraernos para no sentirlo, sin embargo, como desconocemos el dolor emocional, su intensidad, su duración, su “curación”,… si lo intentamos, y por ello, hay cada vez más casos también de autolesiones, una forma de evadirme y retirar mi atención al dolor emocional centrándome en el físico que aunque sé que es desagradable, conozco su repercusión y su avance, creando la ilusión de control.
Puedes ver cosas en tus progenitores que no te gustan y salir con una distorsión para protegerte ante el dolor, como por ejemplo fantasear que es lo mejor para ti, que lo hacen porque tuvieron X infancia y lo justificas, pero no es adecuado cuando su fin último es la intención de tapar o disolver el dolor. Es lo que hay, es la vida que tienes, y desde ahí, y con tus recursos, atendiendo tu dolor y flexibilizándote, te mueves en coherencia.
PUEDES CAMBIAR SI TE LIBERAS
Si, evidentemente, duele. Ese dolor es manejable, no te marca ni te condiciona, al no ser que te desenvuelvas con esos mecanismos que tanto te ayudaron cuando eras pequeño ya que te desbordaba la situación y te sobrepasaba la emoción, ahora ya no eres ese pequeño, ahora puedes liberarte, ahora puedes cambiar muchas cosas, por ejemplo si para ti tiene sentido tu manera de educar.
No creo que sea necesario hacerles sentir abandonados por su figura principal de apego, hacerles responsables de nuestros actos (“te doy ese tortazo pero me duele más a mí que a ti” “tiro mi plato de comida y ni puedo comer por tu culpa” “no puedo vivir así y un día me voy de esta casa” “ya me da igual lo que hagas”), no, no hay justificación para que dejes de responsabilizarte de tus actos, ¿no es eso lo que queremos transmitirles? ¿Qué sean empáticos, respetuosos, responsables? ¿Te imaginas por ejemplo a tu pareja haciendo esto para que aprendas?
Si quieres saber más sobre crecimiento personal busca en el blog otros artículos que te puedan interesar.
EXPERIENCIA PROFESIONAL
No paran de decirme que soy “la defensora de los niños, niñas y adolescentes”, y solo soy una gota más en el mar que sin ser imprescindible también tiene su misión y hace el mar diferente, que quiere hacer ver las consecuencias de la manera en la que educamos, la manera en la que los tratamos, las consecuencias que se derivan en las experiencias de esas etapas de la vida en un futuro, ya que me encuentro con familias que quieren romper esas “herencias”, familias que quieren aprender pautas de educación para llevar a cabo un acompañamiento respetuoso, lleno de amor hacia lo que más quieren.
Me he encontrado con familias que ni se hablaban, recuerdo el abrazo de un padre que me duró el olor de su perfume toda la tarde al recuperar su relación con su hijo después de casi un año sin hablarse, de madres llorando porque no quieren estar al lado de lo que más quieren por lo mal que están, de madres y padres que no saben cómo manejar la situación y por ello recurren a este tipo de actos, de personas que quieren a sus hijos por encima de todo y lo que aparentemente les demuestran es un amor condicional ya que no saben cómo acompañarlos,….
REFLEXIONA
Si sigues pensando que es necesario el grito, la humillación, el abandono, el insulto,… para que tu hijo o hija aprenda, ¿te molesta que otra persona adulta haga lo mismo para enseñarle? ¿ que su compañero le dé un tortazo porque se ha colado en la fila? ¿te molesta que haga X cosas para su pareja porque así si se refuerza la relación y están más unidos? ¿te molesta que no exprese su opinión y haga lo que le digan para que no conteste y así mantenga el respeto? Esto último para mí no es respeto, es sumisión y enseña que existe un juego de poder y miedo, que puede ser bastante perjudicial, yo quiero una comunicación respetuosa en la que mis hijos me cuenten su opinión, puede que hayan temas en los que no tengan voto, pero no quiero ayudarles a extrapolarlos a otros que si lo tienen, además de que todo el mundo, incluidos los más pequeños por supuesto que tienen voz.
Mira el siguiente artículo:
MI VOZ, LA VOZ DE UNA MADRE
A mí, hablo ahora como madre, me encantaría que hagan lo que hagan vengan conmigo, que pueda acompañarles a buscar soluciones o a compartir su silencio y atender su dolor, a reparar lo que pase, a ser responsables de sus consecuencias, y no tanto que dejen de hacerlo por miedo a mi manera de resolverlo porque al yo no tener recursos para sostenerme dejo de acompañarlos, porque tengo claro que de ser así, serán una persona en casa y otra fuera, que no me tendrán como una persona fiel incondicionalmente, y eso no significa dejar de ser responsables, sino hacerlos responsables porque se trata de sus actos, de sus consecuencias, y no de mi forma de castigar eso que pasó que dependerá también de mi ruido mental, de mi estado de ánimo, de mi nivel de fatiga,…
Para mí, no tiene sentido que se “carguen” con mis emociones, con mis actos, que tomen mis hijos el rol de madre o padre y me cuiden y quieran incondicionalmente, eso es mío como madre. Tampoco quiero que por haber tirado la leche por no estar atentos se origine el fin del mundo, quiero que lo recojan y lo limpien, que sepan que no hay nada malo en ellos, que vean las consecuencias de sus actos, quiero transmitir mi valor de familia basado en el respeto y el apoyo incondicional, y no en el miedo, que cuenten conmigo cuando lo necesiten, que no vayan “mendigando amor” porque están llenos de amor, que sus actos no vayan en la línea de no decepcionarme y deje de quererlos, si no que actúen con sentido, con sus valores, con sus prioridades, con su sentido de la vida, ya que se trata solo de eso, de vivir con sentido. Yo no voy a ponerle piedras en el camino para que entiendan lo dura que es la vida, la vida es maravillosa y por supuesto hay muchos momentos desagradables, difíciles, dolorosos, pero ahí quiero estar yo para abrazarlos, comprenderlos, apoyarlos.
SENTIDO DE VIDA
Este es también mi sentido de vida, ser una gota en el mar que lo hace diferente, que intenta y va en coherencia con sus valores, que no trata de ponerse encima de nadie, que no juzgue, que actúe en coherencia,…y aunque a veces, es más fácil soltar un tortazo y así que paren y me cojan miedo, no es mi valor, no pretendo llegar así a transmitir mis valores o a enseñar, porque los quiero a ellos tal cual son, y yo solo quiero ayudarles a moverse por la vida, a que sean personas que se sostienen, a que conecten con su bienestar, a que sepan que son vulnerables, a que todo cambia, a que les estoy eternamente agradecida por enseñarme lo que es el amor incondicional, y todo esto lo uno a mi desempeño laboral que busca lo mismo en otras familias.
Si quieres deja tu comentario, me encantará leerte ya que el aprendizaje empieza por ver distintos puntos de vista de una “misma” realidad, no me otorgues el poder de que lo que yo diga sea la verdad, tómate el tiempo que necesites para reflexionar y elegir qué tiene sentido para ti, si es ecológico, si tú ni nadie sale perjudicado, empieza a disfrutar del camino que quieres recorrer.
No creo en la eficacia de una frase que no aporta valor
salvo como mecanismo de defensa que en su día ayudó:
“Yo soy así, a mí me lo hicieron y no tengo ningún trauma”.
Creo en el movimiento respetuoso, con sentido y abriendo la consciencia.
Cristina Hermosa