Empecemos por entender la empatía como la capacidad de ponerse en la situación del otro percibiendo sus emociones, reconociendo al otro, viéndolo y comprendiéndolo.
Con este artículo pretendo dar una nueva mirada a la infancia, una mirada más amable y respetuosa, una mirada que contemple la empatía para así poder enseñarla. ¿Cómo vamos a enseñar lo que es la empatía a los niños y niñas si no la practicamos con ellos?
Ayer estaba comprando en un supermercado con mi hija y nos encontramos con una mamá gritando y dándole golpes a un niño de un año y medio aproximadamente que imagino que sería su hijo, porque intentaba abrir su botella de agua con la boca. Él estaba llorando y quejándose.
Descrita la situación, en primer lugar quiero dejar claro que no pretendo juicios hacia esa madre. Como hipótesis me planteo que por supuesto hay una intención positiva detrás de esos actos, enseñarle a su hijo que así no abra la botella para su protección, pueda ser por chuparla, por el cuidado de los dientes,…y, al no encontrar otros recursos lo hizo de esta manera. A lo que simplemente añado que es más fácil enseñar a “cómo si (cómo se abre la botella)”, que a lo que no, ya que esto último no da información ni enseña a hacerlo de una manera “más adecuada”.
Escribo el artículo “Cómo enseñar la empatía en la infancia” porque esa experiencia me volvió a conectar con la infancia al presenciar el asombro de mi hija y sus comentarios ante la situación descrita.
Me gustaría que en vez de leer el artículo sin más, lo vivas, es decir, juegues a ponerte en la piel de la persona protagonista, siendo tú, mientras te relacionas con tu pareja, amigos, compañeras, familiares,…buscando esa comprensión que lleva adherida la empatía.
EMPIEZA EL JUEGO
Párate un momento en cada caso y vívelo desde dentro para poder tener un acercamiento más real a la mirada respetuosa de la que estoy hablando:
1.- Estoy en casa, suena una canción que me encanta, me pongo a bailar, suena mi risa, siento placer, y…tiro mi taza de leche. Todo se pone perdido, incluida yo…y a esta situación se añaden gritos:
– ¿Es que estás tonta? ¡¡Pues ahora no meriendas!! Y, vete de aquí que seguro que lías otra.
2.- Estoy en mi trabajo, en el cole, con todos mis compañeros, el maestro explica algo y decido preguntar por mi duda aunque sienta vergüenza:
– ¿Qué no lo entiendes? ¿En serio? Pues haber estado atento porque ni tus compañeros ni yo vamos a perder el tiempo que esto lo deberías saber desde infantil.
3.- Comida familiar, ¡que guay! Mientras las mamás y los papás están de sobremesa yo estoy jugando al pilla-pilla con mis primos hasta que me tropiezo. Me acerco a la mesa con dificultad, estoy asustado con la sangre, pica, duele, escuece…
– ¿Es que no puedes tener cuidado como tus primos y no hacer el burro? Pues ahora por listo te vas a quedar sentado en la otra mesa sin jugar hasta que deje de sangrar y se te cure.
4.- Estoy en el parque, hay muchos niños, yo quiero jugar pero me da mucha vergüenza preguntarles…
– ¿Es que no tienes lengua? ¿Para eso me haces venir al parque? Todos jugando menos tú. Yo corriendo para traerte y así me lo pagas, aquí sentado sin moverte, uf, que poca sangre tienes, no si la culpa es mía por confiar en ti.
5.- Estoy en una juguetería, ¡ala, que chulo, lo quiero!
– ¿Más? ¿Es que no tienes suficiente? ¡Qué caprichoso eres! No valoras nada el esfuerzo que hago para conseguir dinero…si es que solo piensas en ti.

6.- Se me ha roto un juguete, me siento triste y empiezo a llorar…
– ¿Qué pasa ahora? ¿En serio lloras por esto? Con todos los juguetes que tienes, si es que eres un dramático y un blando. Vete a tu habitación a llorar y no me molestes más.
7.- Estoy en casa y han venido amigos de mamá. Tengo que entretenerme solo, ya me lo ha dicho mamá, pero es que me aburro, están hablando y no paran de reírse, suena divertido
– ¿Es que no ves que están hablando los mayores? ¡No interrumpas! Vete a tu habitación.
Jo…yo no quiero, me enfado y doy un portazo. De pronto se oyen pasos:
– ¡Qué vergüenza! No quiero volver a oírte, ¿me oyes? ¿Es que yo no puedo disfrutar ni por un día? Un día de estos cojo la puerta y me voy.
8.- Estoy curioseando, y se me rompe un objeto. Lo escondo rápidamente porque tengo miedo a la reacción de mi papá.
– ¿Quién ha sido? Como no me digas la verdad vas a estar castigado un mes. ¿Cómo se puede ser tan mentiroso? Te va a crecer la nariz y nadie va a confiar en ti.
9.-Estoy en el parque jugando con mi nueva y recién estrenada pistola de agua. Una niña quiere usarla pero yo no quiero dejársela, la estoy utilizando, es mía y además es nueva.
– ¡No seas egoísta! ¿No ves que esa niña quiere jugar con ella? ¡Haz el favor de compartir y sentir un poco de empatía! ¿Es que quieres que te la quite y se la dé a ella? ¡Solo te vas a quedar como sigas siendo tan egoísta!
10.- Voy a cenar y me acuerdo de que tenía que entregar un trabajo mañana, ¡que nervios, estoy muy preocupado porque me van a poner un negativo!
– Si es que siempre igual, todo a última hora, tiempo de juego si pero lo demás nada, ¡qué harta me tienes! Como sigas así de responsable vas a acabar debajo de un puente.
¿TE HAS PUESTO EN LA PIEL COMO SI TÚ FUERAS LA PERSONA PROTAGONISTA?
Puede que te identifiques con algunos de los ejemplos, puede que los encuentres laxos o exagerados…, vuelvo a repetir que no se trata de valorar si eso es de “buenos o malos” cuidadores (mamá, papá, abuelo, abuela, maestros, profesoras,…), simplemente de que veas si hay o no empatía.
Si te has puesto en su piel, ¿de qué te has dado cuenta? Contéstate antes de continuar leyendo, y por supuesto si quieres deja tu comentario al final.
Ahora, súmale a tu visión que no eres una persona adulta independiente, capaz de sostenerse, de cubrir sus necesidades ante esos acontecimientos, que aunque igualmente son desagradables y pueden doler, puedes continuar si conoces el proceso y no quedarte pegado cambiando ese dolor por sufrimiento, desarrollando mecanismos de defensa y creencias que pueden limitarte y condicionarte después.
Ahora súmale también que su corteza cerebral, su parte racional se está desarrollando, “está en obras”, que no cuentan con la consciencia de ciclo por lo que esas emociones parece que me van a durar para siempre,…van como pilotando un coche de carreras con el acelerador a tope (plano emocional) pero sin freno (cognitivo).
¿Te imaginas que le preguntas a tu amigo para tomaros un café juntos y te contesta “no voy a perder el tiempo”? ¿Te imaginas que le preguntas a tu jefa por algo y te dice que eres tonto? ¿Te imaginas que se te olvida recoger tu ropa sucia del baño porque has salido corriendo que ha tocado tu amiga y tu pareja te dice que “vayas inmediatamente a recoger tus bragas/calzoncillos sucios del baño”? ¿Te imaginas que vas a casa de alguien a comer, prepara algo que no te gusta y te dice que le da igual, que te la comas y te calles?
“COMO TE GUSTARÍA QUE TE LO HICIERAN A TI”
Creo que estaría bastante bien empezar desde ya a hablarles cómo en tantas ocasiones les aconsejamos a ellos que se relacionen “como te gustaría que te lo hicieran a ti”. Esa frase que nos hace sentir tan orgullosos porque valoramos el respeto, valoramos la empatía,… ¿de verdad somos coherentes?
Es curioso que tratemos así a las personas que dependen de nosotros, a las personas que no tienen aún sus recursos, a las personas que más queremos,…todo sin darnos cuenta, pero que si identificaríamos como un trato de menosprecio entre adultos, entre ellos o si se lo dicen otras personas.
Se trata de sumar que es un niño, una niña, con sus recursos, relacionándose con su figura principal, con esa persona que es su fuente de amor y comprensión al mismo tiempo que es de miedo y de inseguridad.
MÉTETE AHORA EN SU PIEL
Métete ahora en su piel, con esas edades, vuelve a leer los casos o continúa leyendo estos breves ejemplos:
- Tu amiga te pide algo y como no quieres compartirlo le dices que no tienes: ¿Cómo qué no? Lo que pasa es que no quieres compartirlo.
- Te manchas la ropa interior: ¡Qué guarro eres! Se lo voy a decir a tus amigos y no van a querer estar contigo.
- Tienes miedo: ¡Si es que eres un cobarde! ¿No ves que no pasa nada? No me cuentes historias.
- Cruzas sin mirar, te asustas con un coche: ¿Es que eres tonto o que te pasa?
- Te pides un helado que tenía buenísima pinta y no te gusta: ¡cómo no te lo comas no te vuelves a comprar un helado en la vida que yo no trabajo para tirar el dinero a la basura!
- Quieres jugar con papá: ¿Es que no ves que estoy ocupado? ¿qué quieres que pierda el tiempo contigo en vez de hacer el trabajo y no podamos pagar la comida?
- Se te rompe algo: ¡te vas a quedar castigado para que aprendas!
- Te dan un azote: ¡si es que sacas lo peor de mí!
- Te dan dinero para que te compres algo: ¡si es que no sabes esperar, lo quieres todo ya, así te va a ir la vida con esa ansia!
- Te dan un tortazo: ¡que sepas que lo hago por tu bien y que a mí me duele más que a ti!
- Quieres dar tu opinión: ¡cállate que tú no tienes ni idea!
- …
¿Qué opinas ahora? No dudo que aunque se utilice esta manera de hablarles existe un gran amor pero, ¿te has planteado alguna vez si lo ven y lo perciben así?
COMPRENSIÓN
La vida trae límites, trae momentos desagradables, en las casas, en los trabajos, en los colegios, hay normas, pero ¿cómo te gustaría que te enseñaran, que te apoyaran, que te trataran?
Somos vulnerables, hay días en los que el estado de ánimo es bajo y la música de la mente alta y ruidosa, podemos legitimar sus emociones, podemos hacernos cargo de nuestras acciones y palabras, igualmente podemos reparar lo que está en nuestras manos.
Y, comprender no significa que hagan lo que quiera y cuando quieran, ni tampoco que por mancharme comiendo sea una guarra que no voy a poder ir a ningún sitio, ni que porque no quiera compartir algunas cosas una egoísta que se va a quedar sola, ni porque no quiera contar algunas cosas personales sea una mentirosa y nadie va a confiar en mí, ni porque se me olvide algo tuyo sea una egoísta y no me importes, ni porque no apunte en la agenda una cita sea mala psicóloga y vaya a acabar debajo de un puente,… ¿Alguna vez te ha pasado algo de eso y ha sido como “el beso a la rana que se convierte en príncipe”, que mágicamente te has convertido en esas etiquetas?
IMPORTANCIA DEL TRATO EN LA EMPATÍA
Si no sentimos empatía con ellos o ellas, ¿cómo le vamos a enseñar? ¿cómo se enseña a respetar sin respetar? ¿cómo se enseña a comprender sin comprensión?
Crecerán, tendrán sus relaciones, seguirán unos valores, su sentido de vida, valorarán y priorizarán,…mientras tanto… ¿qué valores quieres transmitirle? ¿de qué quieres llenar sus recuerdos?
Recalco la importancia de este trato por la sociedad en general, y es que trabajo mucho con niños y veo cómo se manejan, con adolescentes en búsqueda de aprobación y amor sin importar las condiciones, con familias que se encuentran con problemas de conducta y muchos conflictos, y veo y confirmo las limitaciones que se encuentran los adultos tanto a la hora de educar como a la de relacionarse y crecer por creencias limitantes, por heridas emocionales que necesitan ser liberadas, y la gran mayoría creadas en la infancia.
A modo de conclusión, la mejor manera, la más sostenible en el tiempo, la más ecológica y respetuosa de enseñar la empatía en la infancia, es empezar por sentirla nosotros, por verlos y comprenderlos, actuando como el modelo que quieres ver en sus relaciones.
Por y para la salud mental, necesitamos una nueva mirada hacia nuestros pequeños, por todas esas grandes personas “bajitas”, y a la sociedad en general.
Aunque los niños y las niñas no tengan voto en diversos aspectos, recordemos que si tienen voz y quieren que sea escuchada.
Cristina Hermosa
A mis dos grandes tesoros, ¡os quiero tal cual sois!