REFLEXIONES DE UNA MADRE

Me ha parecido interesante publicar las reflexiones de «una mamá patinadora» y que al leerlo cada mamá que desee deje su reflexión en los comentarios sobre ser madre.

Si algún papá quiere dejar su reflexión o aventurarse a escribir un pequeño artículo de opinión, estaré encantadísima también.

Es una oportunidad con la que pretendo dar un espacio a todas las personas que quieran compartir reflexiones públicamente, con su nombre o de manera anónima, para reflexionar todos juntos sobre cualquier tema relacionado con la psicología, el coaching, la educación, la familia, la salud,… Si os animáis podéis mandar un correo a info@psicorazonymente.es o https://psicorazonymente.es/contacto/

Ser madre es lo más mágico, maravilloso, agotador y difícil que he hecho en mi vida. La ilusión, la dopamina, la adrenalina se dispararon en mi cuerpo en el momento en el que mi hijo y mi hija nacieron.

Es como si me hubiesen regalado unos patines última generación, nunca antes me había subido a ellos pero sí que había visto en películas y en la calle a muchísimas personas patinar. ¡Empieza la aventura! Es alucinante, a veces da vértigo, pongo todas mis ganas y trato de hacerlo lo mejor posible, pero, aún así, me pego algunos cachiporrazos tremendos.

Algunas veces estoy en el suelo más tiempo del que me gustaría, porque me estoy curando las heridas y llorando, ¡que alivia un montón!, pero siempre que vuelvo a ponerme de pie en esos patines último modelo, hay un nuevo aprendizaje dentro, y aunque sé que habrán nuevas pendientes y nuevos obstáculos que me harán caer, también sé que siempre volveré a levantarte y intentando  dar lo mejor de mí , poniendo las tiritas que hagan falta.

Sentimientos nuevos y retos que jamás me había planteado. Siempre con la sensación de que no disfruto de ellos todo lo que podría haberlo hecho, porque crecen terriblemente rápido y porque cuando parece que una etapa me da tranquilidad porque empiezo a moverme en ella como “madre en el agua” vuelven a crecer y todo vuelve a cambiar.

No hay día que esté con ellos y lo deje pasar sin abrazarles bien fuerte, darles mil besos y decirles lo mucho que les quiero. ¡Es difícil no ser madre “cansina”!

Un continuo aprender de ellos y para ellos. Entiendo que hay un cambio generacional y trato de adaptarme. Estamos en la época de la información y ahora que mis hijos son adolescentes todo es un negociar sobre el tiempo que pueden estar con la tablet o con los juegos. También estamos en una época en la que la educación emocional juega un gran papel y por supuesto quiero trabajarla, que aprendan, pero para ello tengo que empezar conmigo misma.

Me encantaría poder darles todos los consejos que he aprendido a base de tropezones en la vida y que los interiorizaran, pero sé que es imposible pues ellos tienen que aprender a partir de su propia experiencia porque son lecciones de vida. ¡¡Y es que me gustaría tanto protegerlos de cualquier dolor!!

Lo que está claro es que tienes que ESTAR cuando son pequeños, y ahora que son adolescentes, veo que sigue siendo igual de necesario ESTAR. Esto en ocasiones también es tarea difícil,  buscar un equilibrio sin avasallar, sin controlar en exceso, dejando espacio a su libertad y su autonomía…… Complicado, al igual que ocurre con el hecho de otorgarles tareas y responsabilidades, intentando que sea de manera equilibrada; o con las actividades fuera del cole. Que hagan algún deporte que les guste, idiomas, teatro, música, dibujo, talleres,… pero sin saturarles, que tengan tiempo para jugar, aburrirse (qué fácil es la teoría) … mejor les animo, o mejor que elijan ellos, o pueden probar algo nuevo, o…….  

Intento empaparme de las nuevas tendencias psicológicas y pedagógicas, escucho a las Mamis amigas, especialmente a las que tienen hijos o hijas mayores, porque sus experiencias de alguna manera me aportan nuevas perspectivas, aplico comportamientos que me transmitieron mi padre y mi madre y que son maravillosos, e intento evitar aquellos de los que no tengo tan buen recuerdo.

Intento empaparme de las nuevas tendencias psicológicas y pedagógicas, escucho a las Mamis amigas, especialmente a las que tienen hijos o hijas mayores, porque sus experiencias de alguna manera me aportan nuevas perspectivas, aplico comportamientos que me transmitieron mi padre y mi madre y que son maravillosos, e intento evitar aquellos de los que no tengo tan buen recuerdo.

Con muchísima frecuencia me pregunto si lo estoy haciendo bien,  me esfuerzo en ofrecerles lo mejor de mí y superarme cada día porque sé que solo con el ejemplo aprenderán de una manera más natural y bonita. Pero esto no son matemáticas, no hay una fórmula exacta que echando los ingredientes haga que todo ruede de maravilla. Y si la hay, desde luego, yo no la conozco y me encantaría dar con ella.

Hay días agotadores en los que el cansancio no me deja disfrutar plenamente de ellos, con la paciencia al límite y por supuesto, con arrepentimiento de que sea así. Hay días en los que se me olvida que no sólo soy madre , que tengo un trabajo fuera de casa, porque cuando he estado en él mi cabeza está pensando en ellos o en sus cosas, que soy hija, amiga, pareja, ….. Pero incluso en estos días en los que me siento desbordada, los veo sonreír o me dan un abrazo, y se abre dentro de mí un amor infinito que lo cubre todo.

Puedo hablar de ellos y decir que sé cómo son, que los conozco…. pero lo que tengo claro, es que sé cómo se portan dentro de casa.

Tengo un gran sueño respecto a ellos. Nada me encantaría más que verlos crecer infinitamente felices, que disfruten de la vida y que expriman su jugo, que en su viaje estén rodeados de fantásticas personas, que estén siempre dispuestos a ayudar, que sean personas libres con sus alas abiertas llenas de entusiasmo y  con ganas  de aprender, …… Y en todo lo que pueda, les ayudaré para que este sueño se haga realidad, y por supuesto, para que intenten conseguir todos aquellos que ellos tienen.

Mayte H. V.